Ayer desayunamos con triste
noticia de la desaparición de uno de los equipos italianos de mayor solera de
Italia, el Parma. Un equipo, que
quizá a las nuevas generaciones no les parezca gran cosa, ya que los resultados
deportivos no le han acompañado, pero que al que los nostálgicos recordarán por
sus grandes noches europeas y los fantásticos jugadores que vistieron su
camiseta.
Jugadores, de la talla del incombustible
Buffon, Fabio Cannavaro, la Brujita
Verón (sé que suena poco masculino, pero no se lo pusimos), los hermanos Baggio
y el goleador argentino Hernán Crespo, lo cuales fueron capaces de llevar al
equipo a ganar la Copa de Italia y la de la UEFA en la misma temporada.
Una desaparición, que como muchos
de vosotros sabréis se produce por la incapacidad de sus dirigentes para salir
de la pésima situación económica en la que se encontraba el club desde hace
varios años, la cual presiento que no va a ser la única que tengamos que vivir
a lo largo de este año.
Lo que está claro es que por mucho que nos empeñemos, el
fútbol únicamente se rige por lo rentable que pueda resultar un determinado
equipo. Los resultados deportivos ayudan a tener las cuentas más saneadas, y si
el dinero que se tiene no se administra con cabeza, te acaban dejando compuesto
y sin equipo al que ver cada domingo desde que tenías uso de razón.